Luciana (Novela). Capítulo IV ,V y fin.

Capítulo IV- El empoderamiento

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Aquélla noche Luciana descansaba plácidamente, se estaba quedado dormida en la cama del Hospital Militar, viendo en la televisión la noticia del ataque terrorista, donde su imagen se veía como la de las películas de acción: sangrando y cumpliendo con su deber. Ella había sido destacada ese día para cuidar el evento en el Hospital, personalmente se había encargado de que todos estuvieran a tiempo en el lugar que tenían que estar, y lo mejor fue la genial ocurrencia que había tenido en el momento, eso definitivamente había sido como una inspiración divina, porque al herirse intencionalmente en la frente, después de soltar la granada por la ventanita del quirófano sin que nadie la viera, la había hecho tan famosa.

No podía dejar de ver y ver la imagen de ella saliendo del hospital, ese horrendo hospital que le traía tan malos recuerdos, de cuando fue intervenida para matarle a su hijo y quitarle la posibilidad de ser madre, pero ahora sentía más calmada que nunca y durmió como un bebé por largas horas.

Al despertarse, vio en su habitación un gran ramo de flores sin tarjeta, pero con un pequeño símbolo que ella conocía muy bien, la enfermera Sargento Mariana se le acercó sonriente, al tiempo que le decía -Ya se le está haciendo costumbre dormir acá mi Sargento-.

No había pasado ni una semana de la explosión cuando Luciana fue llevada al cuartel general, escoltada por la policía militar, no sabía qué era lo que le pasaría, pero cualquier castigo valía la pena, pensaba ella. Al llegar se encontró con los mismos reporteros que habían cubierto la masacre en el puesto de control donde matara a Luis Manuel, sin expresión alguna se presentó frente a sus superiores, un Mayor se le acercó y en medio de los flashazos de los reporteros, le entregó sus galones de Subteniente. Todos los presentes la felicitaron, mientras el Mayor expresaba su más apreciable reconocimiento ya que era un merecido ascenso, otorgado gracias a su perseverancia y distinguida trayectoria militar y era un digno ejemplo a seguir por parte de las tropas. Al salir de ahí Luciana se sentía feliz, definitivamente el Ejército era su hogar.

Esa semana Luciana recibió una orden extraña, se le mandaba reportarse en las oficinas centrales a presentar un examen, pensó que tal vez se trataba de un examen médico de rutina. Dejó de pensar, obedeció sin cuestionase más. Al llegar al lugar de la cita, se calmó un poco al ver a varias oficiales mujeres formadas esperando pasar al dichoso examen, cuando por fin la pasaron, no entendía nada de lo que se trataba aquel examen, le hacían preguntas muy sencillas, le mostraban fichas y manchas donde clarito se veía como violaban a alguien y luego le preguntaron sobre su opinión, qué pensaba, qué sentía y qué veía en aquellas manchas, a lo que ella contestaba sin demora alguna, -Yo no tengo opinión sobre ninguna cosa, mi tarea no es pensar es obedecer, veo lo que usted me mande que vea mi Mayor-. El psicólogo Mayor responsable de aplicar las pruebas le insistió que ella debía contestar lo que ella quisiera o pensaba, pero Luciana sabía que se trataba de una trampa para saber si era obediente como le habían enseñado, así que repetía lo mismo una y otra vez, hasta que desesperado el Mayor le ordenó que saliera y que se reportara con su superior.

Al salir se encontró con la Subteniente Rosario que casi le tocaba entrar y le dijo al pasar junto a ella, -tú no te preocupes, está bien fácil-, y sonriendo se retiró a su campamento. Esa tarde sentía que por fin había encontrado la forma de salir bien librada siempre, era lógico, aquí los chingadazos no se acaban nunca, siempre hay un superior que piense por uno, así que lo mejor es siempre obedecer.

A los dos días de haber presentado aquella prueba el Teniente de su escuadrón le mandó llamar -Aquí reportándome mi Teniente sin novedad, ¿en qué puedo servirle?- llegó diciendo mientras se cuadraba perfectamente ante su superior, -sin novedad, ¿cómo que sin novedad?, me están llamando de la Comandancia General para presentarme con usted a las cero ochocientas de mañana, porque no se qué desorden fue usted a provocar con su examen sicológico, si me ha metido en algún problema se va a arrepentir el resto de sus días, ahora retírese y repórtese a las cero quinientas lista para la comisión-.

Luciana no podía entender que era lo que había pasado, cómo era que había hecho algo mal, si sólo había contestado lo que siempre le ordenaron contestar. Ella había aprendido a costa de mucho dolor, que ahí ella no debía pensar y que no podía ni siquiera opinar con respecto a nada, que para eso están los superiores o cualquiera que tuviera pito, para eso eran hombres, para decidir sobre ellas. No pudo dejar de pensar toda la noche, que era lo que le había salido mal, se cuestionaba sobre la posibilidad de que el Mayor esperaba que ella le hiciera algo sexual, pero el Mayor no le había ordenado nada, o si tal vez el Mayor se había percatado de que había hablado con la Subteniente Rosario y pensó que le había dado las repuestas del examen; entre dudas se le pasó la noche y al día siguiente estuvo en punto con el Teniente, para ir a la comisión -y que sea lo que Dios quiera- decía.

Al entrar le pidieron al Teniente que le acompañaba que se retirara y un Teniente Coronel le habló: -Después de haber aplicado un examen especial a más de 100 oficiales mujeres, hemos decidido que usted sea la responsable de desarrollar nuestro programa para mejorar la imagen que tiene nuestro Ejército en cuanto a igualdad y equidad de género, el alto mando se ha dado cuenta que usted es la persona idónea para cumplir esta responsabilidad. Necesitamos el vivo ejemplo de lo que es la mujer en el Ejército, implementando una campaña para que la igualdad de género sea efectiva entre los militares. Es una campaña necesaria porque ha sido un requisito del Congreso para seguirnos apoyando-. Luciana un poco asustada, sólo alcanzó a decir: -¿Cuál es mi orden?-. -Su orden es implementar la campaña en todo el Ejército-. -Disculpe mi Teniente Coronel pero yo no sé nada de eso que me está pidiendo, yo sólo se recibir órdenes- – Pues precisamente por eso fue elegida, aquí su trabajo es seguir órdenes al pie de la letra, es decir, usted debe hacer exactamente lo que se le pida sin preguntar, ni siquiera debe saber qué es lo que hace, sólo debe obedecer, así que su primera orden es aprenderse esto, es la presentación de la campaña interna y debe sabérsela de memoria y a cualquiera que le pregunte le dirá que es idea de usted, así que póngase a leer.

A partir de ese momento la aislaron del cuartel, le comenzaron a dar tratamientos espéciales a su cabello y a su cutis, recibió clases de cómo hablar y caminar, y se aprendió aquel folleto como si fuera lo único que existía en el mundo. Después de un mes de tratamiento para mejorar su aspecto, el Teniente Coronel la llamó a su oficina, Luciana llegó irreconocible, parecía otra mujer, llevaba un traje de gala, perfectamente bien peinada y maquillada. El Teniente Coronel sonrió y le ordenó, que le recitara el contenido del folleto que le había dado, ella empezó:

“-El Ejército y las Fuerza Armadas presentan su campaña de difusión interna Igualdad de Género. El Ejército y Fuerza Aérea, están reconocidos como una de las Secretarías de la Administración Pública Federal que ha trabajado con mayor interés por institucionalizar la perspectiva de género en sus políticas internas y modificar patrones de conducta en beneficio de las mujeres que forman parte de sus filas, a través de su Programa de Capacitación y Sensibilización para Efectivos en Perspectiva de Género. El propósito de los programas de Equidad de Género del Ejército y Fuerza Aérea, es coadyuvar con el compromiso del Gobierno Federal, de asegurar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, implantando diversas acciones con perspectiva de género, a fin de promover, difundir y fortalecer en el Instituto Armado, una cultura de paz y respeto a los derechos humanos, mediante la capacitación, la sensibilización y la implementación de acciones, que permitan la atención prioritaria de los recursos humanos, sobre la base de la equidad de género e igualdad de oportunidades, para proporcionar una mejor calidad de vida, ampliar la cobertura de los servicios de salud y propiciar espacios para el desarrollo profesional de las mujeres. También se han hecho cambios en la normativa, para buscar la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres; asimismo, se han tomado medidas en el ámbito laboral y en el de la salud, y además se ha invertido en infraestructura, para hacer adecuaciones o construir nuevos espacios que faciliten la incorporación de la mujer en las filas del Ejército. Se ha considerado de vital importancia: informar y sensibilizar, para lograr un cambio de actitud. Tratar de modificar prejuicios y estereotipos, que asignan a la mujer roles que la marginan de muchas de las actividades en las que se pretende incorporarla. El Programa de Capacitación y Sensibilización para Efectivos en Perspectiva de Género, es el nombre actual del programa que se puso en marcha, para institucionalizar la perspectiva de género. Se pensó que era importante darle un nombre a la campaña de comunicación, al considerar que el nombre es el requerimiento esencial o mínimo para acreditar la titularidad de la campaña, se buscó un sonido particular, único, propio, eufónico y rítmico, que pudiera generar un vínculo de afecto, con aquéllos a quienes esta se dirige. Los valores más significativos de la campaña, son la igualdad y la inclusión, por lo que se buscó que en el nombre se infirieran los dos conceptos. Para responder a la igualdad, se pensó y se buscó una palabra que en sí misma expresara la inclusión. La palabra elegida fue: SOMOS. SOMOS es una palabra palíndromo, y se lee igual hacia delante y hacia atrás. Significa pertenecer y formar parte de algo; SOMOS nos incluye a todos. El eslogan es una máxima que hace referencia a los ejes del Programa. Enfatiza y destaca lo esencial y distintivo del mismo, con el fin de proporcionarle continuidad y provocar una asociación entre este y sus ventajas principales. SUMA DE FUERZAS: MISIÓN IGUALDAD. En el eslogan se aprovecha el discurso central de la campaña de comunicación externa, que es “La Gran Fuerza de la Patria”. Al hablar de la suma de fuerzas, se establece un vínculo con dicha campaña, y se favorece su memorización y se relaciona con el valor del Espíritu de Cuerpo, que permite el éxito de la misión. La misión de esta campaña es favorecer los principios de la igualdad de género. EL LOGOSÍMBOLO es el nombre que debe ser materializado plásticamente, para que pueda representar a la campaña. Para su desarrollo, se partió de las siguientes premisas: Uno de los valores más importantes en el Ejército, es la corresponsabilidad que implica igualdad de oportunidades en dos sentidos: derechos y responsabilidades La corresponsabilidad implica tanto a hombres como a mujeres, en el ambiente laboral y familiar. La igualdad implica derechos y responsabilidades para todos, y va en los dos sentidos, de los hombres hacia las mujeres y viceversa. El símbolo representa dos signos de igual, que van en dos sentidos y se cruzan. El círculo encima de los dos signos, simboliza a la persona, hombre y mujer que conviven en igualdad. El casco hace referencia a todos los miembros del Ejército y Fuerza Aérea. Además, la versión con pixeles representa el uniforme militar.”-

Cuando término de recitar Luciana el contenido total de aquel documento, el Teniente Coronel estaba gratamente sorprendido, Luciana le había dado la entonación y la fuerza necesaria a aquel discurso, definitivamente, ella sería la indicada para lograr que se quitara el estigma de machista y misógino al Ejército, aunque como bien decía el General cuando le encargó esta misión: -La culpa la tenían esos desgraciados del Congreso, que quieren meter su estupidez de cuota de género en todos lados, si el Ejército por su misma esencia y función, debe ser un órgano totalmente vertical, en donde no cabe la más absoluta indisciplina. En el Ejército no se necesitan ni mujeres ni hombres, lo que aquí necesitamos son perros obedientes, aunque tengan forma humana. Se necesitan maquinas de guerra, aquí sólo debe pensar uno, todos los demás están para obedecer, y nuestra labor con todos los miembros del Ejército es quitarles las ganas de pensar, las ganas de querer decidir, debemos hacernos dueños de su voluntad, para que sólo obedezcan, sino no sirven para nada y créame que aquí como en ningún otro lugar no discriminamos a nadie, a todos les desgraciamos la vida por igual-.

Luciana tenía una extraña sensación de satisfacción, ahora se sentía más segura de sí misma. Al llegar a los diferentes destacamentos y dar aquel discurso a todos los Soldados antes de que recibieran su curso de equidad, hacía que se sintiera poderosa, por fin era tomada en cuenta su palabra. Ella había pedido que su secretaria fuera la Cabo Genara, quien a estas alturas se había convertido en su esclava fiel, era la directamente responsable de todos los enceres personales de ella. Durante el primer mes, debía reportarse diariamente con el Teniente Coronel, que también era muy común ver en los cuarteles que se visitaban. Cuando fueron a entregar el reporte de resultados de su primer mes al General que estaba a cargo de todo el programa, los felicitó y ordenó que a partir de ese momento fuera Luciana quien le entregara los reportes directamente a él y que necesitaba verle en privado una vez por semana para garantizar que se siguiera al pie de la letra el programa.

A partir de la siguiente semana Luciana se volvió la amante preferida del General. Cada semana se le incrementaba la carga de trabajo, daba conversaciones a Soldados todo el día, y por la noche debían preparar el material para el siguiente día, aunado a los días que debía entregar reporte y que eso significaba que esa noche dormiría muy tarde.

Una mañana mientras se alistaba para salir, le avisaron que tenía la visita de un civil. Se sorprendió, no sabía de ningún civil que pudiera buscarla. Envió a la Cabo Genara a ver de quien se trataba y esta regresó muy agitada diciéndole -qué es su hermano Pedro-. Luciana no podía creerlo, su hermanito estaba ahí. Salió con gusto a saludarle, Pedro le explicó que la había visto en la televisión, que ya todos en el pueblo sabían que era una heroína. Su madre había muerto de cirrosis el año pasado y él se había venido para la capital a buscar a su madrina, pero no la encontró en su casa; la fue a encontrar en el hospital psiquiátrico, dizque se había vuelto loca. Luciana sonrió. Le preguntó que para qué andaba buscando a su madrina y ahora a ella, Pedro le dijo que su madre no le había dejado nada para vivir, que él había dejado la escuela, no sabía hacer nada y que esperaba que ella le ayudara con dinero para poder comer, porque ahora estaba solito y con hambre. Luciana se le quedó mirando y le dijo: -Si te voy a ayudar hermanito ya verás que bien vas a comer- y sin más se volteó hacia la entrada y gritó -Cabo de guardia, enliste a este vago, y que no salga para nada-. El Cabo de guardia se le acercó cuadrándose y le dijo: -Pero mi Subteniente, éste está muy viejo para enlistarse, se le ven más de 20 años-. -¡Que lo enliste!, y repórtese usted arrestado, aquí usted está sólo para recibir órdenes no para opinar-. El Cabo llevó a patadas a Pedro, que se alejó llorando y suplicando que no lo enlistaran.

Ya habían pasado 4 años desde que Luciana entrará al Ejército y ahora ostentaba el grado de Teniente gracias a la intervención de su agradecido General, al que consentía en todos sus caprichos. Por ese tiempo en el Ejército se comenzó a escuchar el rumor de que se estaba creando una Fuerza Especial de Inteligencia para dar fin a los grupos de narcotraficantes y terroristas que atentaban contra la paz social. Luciana se entusiasmó mucho con aquella idea. El trabajo que hacía repitiendo aquel discurso día y noche ya le había fastidiado, así que habló con su General y le pidió que la incluyeran en aquel grupo especial, quería servir a la patria, pero el General no estaba dispuesto a perder los favores de Luciana y si la movía de área perdería el control sobre ella y seguro algún otro General ya le había echado el ojo, -porque esta chamaca, a sus 22 años es la más bonita de este cuartel- decía.

Ante la negativa de su General no le quedó más remedio que aguantarse, pero le solicitó que la Sargento Genera formara parte de ese grupo especial.

La vida de Luciana se comenzaba a volver meramente monótona, por eso había metido a Genara ahí, para poder tener la información importante de primera mano. Genara tenía la obligación de traerle un informe completo de todo lo que se investigaba en las Fuerzas Especiales de Inteligencia. Aquellos informes se habían convertido en una obsesión para Luciana, pues en ellos encontraba la emoción que le faltaba ahora en su aburrida vida, estaba cansada de servir de desahogo a ese viejo General. Ella necesitaba acción, así que cada vez que llegaba Genara con sus informes, Luciana los devoraba y no dejaba de preguntarle con respecto a todo y aunque Genera había jurado que lo que sucedía en el grupo especial no lo podía decir a nadie, ella sabía que a su Teniente Luciana no podía negarle nada, ella era como su dueña. Fue gracias a esos informes, que se enteró que no habían podido dar con los responsables de la famosa explosión en el hospital, y que era tarea prioritaria del grupo de inteligencia encontrar a los culpables porque nuevamente le urgía al Ejército mejorar su imagen pública.

Luciana preparó un informe detallado de toda una supuesta investigación, que venía desarrollando por instrucción -decía- de su General, en donde narraba paso a paso como fue desentrañando aquel complot orquestado cuidadosamente por uno de los más peligrosos grupos de paramilitares pagados por el narcotráfico. Dicho complot, incluía como conspiradores a los importadores del equipo médico que fue utilizado aquella mañana, a la secretaria del Capitán asesinado, y a un maestro de nombre Juan que se hacía pasar como director de una primaria, pero que verdaderamente era la mente maestra de todo. Aquel informe era tan detallado y bien estructurado que sorprendió a todos de sobre manera. Cuando le fue entregado al Capitán responsable de aquel grupo especializado en inteligencia militar, no le quedó más remedio que hacer toda la investigación de nuevo ahora que por fin tenían las pistas de por dónde ir, pero no podían proceder inmediatamente ya que ellos necesitaban saber de primera mano si lo ahí contenido era verdad, así que se dieron a la tarea de detener a todos los implicados en aquel complot, uno a uno fueron interrogados hasta el cansancio sin encontrar relación real alguna entre los inculpados. Necesitaban saber qué hacer, dado que el informe, estaba avalado por un General, así que no tuvieron más remedio que acudir directamente con el Secretario de la Defensa Nacional. El General Secretario de la Defensa Nacional, escuchó con atención todo lo que le comunicaron, leyó aquel informe falso, y dio de inmediato la orden de que se presentara ante él, aquella Teniente y el General implicado.

Cuando la noticia llego a oídos del General, no podía creer que su Luciana lo hubiera implicado en algo tan ruin, como era posible que un muchacha tan bonita, tuviera semejante descaro, porque eso de andar inventando culpables no era nada honorable, así que esto no se lo perdonaría y si era necesario el mismo recomendaría el mayor castigo por semejante falta.

Habían pasado más de 4 horas y nadie salía de la oficina del Secretario de la Defensa, en ella se encontraba, el General implicado, el Capitán responsable del Grupo de Inteligencia y Luciana.

El primero en salir fue el Capitán, que inmediatamente se dirigió a sus instalaciones a integrar el expediente correspondiente y acusar formalmente a los detenidos para presentarlos ante la prensa, e informar que gracias a un perfecto proceso de investigación, por fin habían dado con los culpables de tan espantoso atentado.

El segundo en salir fue el viejo General, que esa misma semana presentó su solicitud de jubilación para retirarse con todos los honores por tantos años de servicio leal a su patria.

Y al final salió el Secretario de Defensa conversando amenamente con Luciana. Al llegar a la puerta le dio una instrucción a su secretario: -Haga efectivo de forma inmediata, el ascenso de la Mayor Luciana, y elabore un documento donde se le comisione como responsable de la Fuerza Especial de Inteligencia, por fin encontramos al Soldado ideal para el puesto.

Capítulo V- El Fin de la bestia

-El informe, es un trabajo detallado de una investigación, real o ficticia, de un delito supuesto, donde el delito siempre es imputado por el alto mando. Nuestro deber es sólo desarrollar el trabajo a un mínimo costo, que permita justificar plenamente una acción militar, o crear la justificación de una acción ya desarrollada, de tal suerte, que sea absolutamente creíble para la opinión pública. Creando en una segunda etapa, todos los elementos que sean necesarios para que la realidad corresponda a dicho informe, obviando en el proceso todo aquello que pueda afectar no sólo a cualquier miembro del Ejército, sino que también debemos aislar cualquier hallazgo que implique a cualquier miembro del partido en el poder, así como las fuentes de financiamiento ilícito que se encuentren y beneficien al partido en el poder cualesquiera que sea este, para incorporarlo en el archivo especial de contingencias políticas para su uso posterior y difundir públicamente aquellos financiamientos o canonjías que reciban cualquier otro grupo que no corresponda al de poder en turno- Decía con gran elocuencia la Mayor Luciana a su equipo de trabajo, -este es nuestro trabajo, a nosotros no nos corresponde pensar, ni entender, ni proponer, sólo nos corresponde obedecer- concluía.

Entre la población cada vez era más alarmante la situación de los desaparecidos o muertos por el Ejército, acusados de narcotraficantes, que no eran otra cosa más que ciudadanos comunes de la sociedad involucrados falsamente por el Ejército, para crear miedo entre la gente de cara a las próximas elecciones. Así mismo la lucha anti narco se había convertido en el pretexto perfecto para deshacerse de los luchadores sociales y líderes populares, que eran acusados injustamente de ser parte de la red del narcotráfico. Se había creado tal ambiente de terror por parte del Ejército que la gente, lo que comentaba, es que no saldría a votar para no convertirse en un “Falso Positivo” como irónicamente le llamaba la gente a los que eran muertos y después acusados de malhechores. Les llamaban así porque el gobierno unos años atrás, había inventado una enfermedad rara para poder obtener dinero del extranjero, para atender a la supuesta enfermedad y que después de varias muertes inexplicables, derivó en una gripe común. Ahora ser un falso positivo significaba entrar a la incontable lista de muertos asesinados por el Ejército, para engrosar sus números victoriosos en la lucha contra el narcotráfico, que ya se contaban por decenas de miles, incluso comparando el número de muertos con países que sí estaban en guerra con alguna otra nación, éste, tenía más del doble de muertos en los mismo periodo. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos tenía la absurda encomienda de ser el contador oficial de muertos y abusos, ya que sólo eso hacía, y después de contar a los muertos y a los desparecidos, enviaba severos comunicados al Ejército, recomendándoles que “ya se portaran bien, que no fueran tan malos”.

Cada recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se había convertido en un reto especial para Luciana y su equipo de Inteligencia Militar, las recomendaciones eran como el medidor de su eficiencia: por un lado, cuantificaba el resultado de su trabajo, al complementarles la información de bajas del enemigo de las que no tenían noticia; y por el otro, les decía dónde estaban los cabos sueltos de las operaciones, es decir, les permitía darse cuenta de los pequeños errores de logística y ejecución de sus misiones dado que cada denuncia significaba un cabo suelto que debían ajustar, y que además les permitía aprender de sus errores para incrementar su grado de efectividad en la próxima misión.

La justicia comenzaba a ser completa para Luciana, ya que todos y cada uno de las personas que habían dañado en la vida, habían pagado por ello: su madre, su hermano, el maestro Juan, la señora Aurora, Luis Manuel, Carmela, los doctores que le sacaron la matriz, los Soldados de su compañía que habían abusado de ella, así como el Sargento “Balero”, la secretaría del Capitán del fuete, el Capitán del fuete, el General, en fin, todo aquel que en algún momento de su vida la había dañado según su criterio, había pagado por ello. Pero no se sentía plena, no podía sentirse a gusto, sabía perfectamente que algo le faltaba, seguramente era alguien que se le escapaba de la memoria y debía descubrir quién era para poder darle su merecido, pero por más que pensaba, no podía encontrar a nadie más que directamente le hubiera dañado.

Era ya el tercer día sin poder conciliar el sueño, intentaba e intentaba y no podía identificar quien se escapaba de su mano justiciera. Dejó de comer a sus horas, y a desatender su aspecto personal, lo único que le importaba era saber quién le faltaba. Ella estaba segura que una vez resuelto eso, su tranquilidad regresaría y su felicidad sería completa. A su mente llegó el vago recuerdo de aquella chiquilla, de dieces en la escuela y que creía que alguna vez sería maestra.

Durante los siguientes meses, se abocó a diseñar un informe que permitiría detener a todos los maestros de la Escuela Normal. Tal vez si lograba que nadie más pudiera ser maestro se sentiría bien, ya que si ella no había podido serlo pues nadie más tenía ese derecho. Luciana sabía que estaría haciendo un bien, porque recién había leído que los niños y los jóvenes ya no leían, que en los últimos 5 años se había pasado de leer 2 libros a leer sólo ½ libro por persona al año, además en las pruebas internacionales de evaluación de la enseñanza, su país cada año descendía más lugares en comparación con todos los demás países, así que como los maestros no estaban haciendo su trabajo, era necesario terminar con ellos. Y un buen primer paso, era lograr que dejaran de salir nuevos maestros, a lo mejor al final de su cruzada, podía conseguir que fuera el Ejército el que se encargara de la educación del país y seguro que ella sería uno de esos Soldados maestros que la patria necesitaba. Por eso fue, que en un operativo especial, el Ejército detuvo a una importante banda de narcotraficantes que operaba desde la Normal Superior y gracias a su oportuna intervención, miles de niños del país no tendrían quienes les hicieran daño.

A el General Secretario de la Defensa Nacional, cada vez se le hacían más graciosas las puntadas de Luciana, -definitivamente esa Mayor tiene olfato para quitarle problemas al gobierno- decía. Ellos llevaban años queriendo deshacerse de ese cultivo de comunistas que era la Normal Superior y ahora llegaba esta jovencita y sin más ni más, les hacía el trabajo sucio en tiempo récord.

Pero para Luciana aquel evento de la Normal poco le significó, al darse cuenta, que el responsable de la mala educación era el mismo programa del gobierno y que a final de cuentas, si ella llegaba a ser maestra, que les iba a poder enseñar a esos pobres niños, si lo único que le habían enseñado ahí era a lastimar, y denigrar a las personas.

Dándole vuelta a sus pensamientos llegó a la conclusión, que la televisión era igualmente responsable, porque ellos difundían diariamente una serie de estereotipos, que terminaban por lastimar a todos y a ella también. No era posible que le dijeran en la televisión que las mamás eran amorosas, que los hombres eran trabajadores, que los curas eran santos, los maestros un ejemplo, que las mujeres debían verse flacas y ojerosas para sentirse bellas, que todas las mujeres debían ser madres, que siempre encontrarían al príncipe azul que las cuidaría y amaría, hasta el resto de sus vidas. Todo eso era falso, la única realidad era que si una mujer quería tener flores todos los días debía comprárselas ella misma. En este mundo, el príncipe azul te pone morada, y el resto de tu vida puede ser en cualquier momento.

Esa misma semana, se llevó a cabo un operativo que expuso a la luz pública, el cómo, 10 actrices de televisión, valiéndose de ser figuras públicas, se aprovechaban para contrabandear información que obtenían a cambio de favores sexuales y también se explicó con detalle el cómo después vendían esa información a los cárteles de la droga.

La noticia cayó como bomba. El General Secretario de la Defensa, no podía creer que se hubiera hecho semejante operativo público sin su consentimiento, ¿Qué le pasaba a esta Mayor? Pero esto no lo dejaría así. En ese momento recibió una llamada del Presidente de la República felicitándolo por semejante acierto, resultó que una de las actrices detenidas había sido amante del Presidente y en los últimos meses se la había pasado molestándole, y por otro lado, las implicadas todas eran actrices ya pasadas de moda por lo que el dueño de las televisoras le había llamado al Presidente para agradecerle la atención, porque ya no tendría que cumplirles ni pagarles el contrato a esas delincuentes.

Toda aquella historia llegó a los oídos de Luciana, que no sabía qué hacer, ya lo había intentado todo, y siempre resultaba que el responsable era el mismo gobierno. Le invitaron al banquete ofrecido por el dueño de la televisoras a los altos mandos militares, para que la opinión pública se diera cuenta que entre ellos no había ningún desacuerdo. Ahí escuchó entre las platicas cómo era el gobierno el que marcaba la pauta de que se decía y cómo se decían las cosas en todos los medios. Recordó cómo se manejaban con algunos reporteros para dar las noticias de su misiones, pero no sabía que también el tipo de tela que estaría de moda sería el que producía el compadre del Presidente, y que ellos decidían hasta los colores de moda para la siguiente temporada, que bien podían ser a capricho de la Primera Dama o de alguna querida de los que gobernaban.

Luciana llegó a una terrible conclusión: la culpa de todo era del gobierno. El gobierno era el responsable de la mala educación, del mal servicio médico, de la falta de empleo, de los despidos, de que las cosas cada vez fueran más caras y no alcanzara ni para estudiar. Ellos eran los que decían eso de la “educación gratuita” que tanto le molestaba. Luciana bien sabía que eso de la guerra contra los narcotraficantes, era una mentira, porque se había dado cuenta que sólo perseguían a algunas bandas, pero a aquellas que le daban dinero al gobierno no podían ni tocarlas; cuantas veces no les habían ordenado que soltaran inmediatamente a algún detenido sin explicación alguna. Cuantas veces la hicieron declarar a ella y a sus compañeros que se había decomisado un montón de kilos de droga, armas y demás sin ser cierto, o si encontraban a un miserable con un cigarro de marihuana, lo hacían decir que traía no sé cuantos kilos, sólo por decir que la lucha contra el narcotráfico avanza y quedar bien con los dueños del dinero y de pasada obtener algún acenso. Ellos eran los responsables de todos los males y la miseria de su patria. Ella debía hacer algo, no se podían quedar impunes los culpables. Su primera idea fue aprovechar que todos los Diputados, los Senadores, los candidatos, los altos mandos y los Secretarios de Estado estarían juntos con el Presidente, en el último informe de aquél miserable gobernante, y se le ocurrió conseguir algún misil y tíraselos para acabar con todos de una buena vez. Después se puso a pensar en las consecuencias y pensó que entonces gobernarían los gatos de estos manda más -ayudantes- y que entonces esto se pondría peor, ya que frustrados y denigrados como se sentían, iban a llegar al gobierno con peores intenciones, pero era necesario buscar algo, a alguien que representara todos los ideales del gobierno y acabarlo.

Esa misma noche fue llamada por el Secretario de la Defensa Nacional, ya que debían presentarse ante el mismísimo Presidente de la República a recibir un reconocimiento por la excelente labor en el cumplimento de su deber. A ese paso, ella sería la mujer General más joven del Ejército.

Luciana no podía dejar de pensar que esa era su mejor oportunidad de hacer algo bueno por su patria. El nerviosismo era evidente en toda su persona. El General Secretario, le dijo que se calmara, que todo iba a salir muy bien, que ella debía acercarse al Presidente cuando la llamara, que le diría algunas palabras y le daría su reconocimiento y su nuevo grado. Él estaría a su lado todo el tiempo, le tenía preparada una sorpresa para después de la cena: irían a un lugar donde podrían festejar ellos solos, pero Luciana sólo pensaba en quien sería el más representativo de toda esa porquería para eliminarlo. A su mente vino aquel momento en que en lugar de seguir su destino en el metro, intentó cambiarlo enlistándose en el Ejército. De pronto, el Presidente de la República la llamó para que se acercara. Todo su cuerpo temblaba, sabía lo que tenía que hacer. Aquel magnicida, bajito, insignificante, de gafas y cínico, se le acercó y le extendió un estuche al tiempo que le decía: “Teniente Coronel Luciana es usted el ejemplo que todos debemos seguir, en usted nos inspiramos para gobernar. Es el más grande símbolo de mi gobierno”. Luciana sin pensarlo más sacó su pistola reglamentaria y disparó, justo en la cabeza a aquel miserable ser que era el símbolo de toda la miseria humana. Todos los presentes quedaron absolutamente sorprendidos. Nadie podía dar crédito de lo que habían sido testigos. Era imposible explicarse que era lo que había pasado por la cabeza de aquella joven oficial,

En una solitaria lágrima que surcaba la mejilla de Luciana se reflejaba el rostro del responsable de la muerte y desaparición de decenas de miles de inocentes durante su mandato intentando quitar la sangre de aquella modesta mujer indígena, que había dejado de existir muchos años antes de que la bala cruzara su cerebro y de que su cuerpo cayera a los pies del Presidente.

Fin…​ de la versión corta de la novela.

Nota: «Luciana» fue escrita en 2011 y se presentó a concurso en 2012 en el premio de Novela Corta «El Fungible» en España y aunque tuvo el reconocimiento «extrañamente» nunca fue publicada, Poco tiempo después se me ofreció la «oportunidad» de desarrollarla cómo novela larga, le dimos continuidad a la historia y lo que les puedo adelantar antes de que salga (esperemos) ahora sí el libro, es que la historia sigue hasta el triunfo del pueblo. Saco a luz la versión corta de la novela como un acto de protesta por la reciente intentona de militarizar institucionalmente la seguridad y la vida pública.

Espero sus comentarios aquí o en iuranga@cnpm.mx

Fraternalmente el autor: Iván Uranga @CompaRevolución

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