Somos la salida
No queremos ser normales, queremos ser justos, ecoresponsables y dignos.
I.Uranga
Comienza a escucharse en todo el mundo la “Nueva Normalidad” y podemos ver gracias a la Internet, como en los diferentes países poco a poco las personas regresan a su vida social no virtual. Uno pensaría que la primera acción de los seres humanos después de la cuarentena sería ir a un parque, al campo, a la montaña o al mar, para dar gracias a la Tierra por darnos una oportunidad más para reconciliarnos con ella. Porque pudimos ver cómo, millones de especies en los ríos, los mares y los cielos celebraban nuestra ausencia, y pensaríamos que los millones de seres humanos que han sobrevivido hasta hoy, en un acto de humildad, lo primero que haríamos sería pedir perdón y comenzar a construir una verdadera nueva vida, en donde cada una de nuestras acciones armonizara con toda la demás vida en el planeta.
Pero no, en Francia miles de personas simbolizaron su retorno a la vida, haciendo interminables filas esperando que abrieran una tienda de ropa de boutique, para que su primera acción después de la cuarentena, sea consumir ropa de marca y poder mostrar su nuevo look pospandemia, que convine con su piel tersa y su nueva figura. Pero no es extraño que los individuos se comporten así cuando sus gobernantes priorizan la producción a la vida. Para muestra podemos ver a México, en donde su gobernante se muestra en el discurso ante su pueblo y el mundo como humanista y consciente, mientras en la práctica durante la cuarentena no detuvo ni una sólo día sus obras “prioritarias” exponiendo a los obreros. Mientras la Tierra nos recrimina nuestras prácticas depredadoras, en México se construye sin parar una refinería que deja sin sentido el que se pretenda sembrar millones de árboles y dos proyectos de trenes que aniquilarán la biosfera de sus regiones, no sólo por su construcción sino y mucho más importante por su puesta en operación y en muy pocos años podremos ver los efectos devastadores en las zonas “beneficiadas”.
Lo más grave de este ejemplo es que durante esta semana que en México la Covid-19 está en su punto más crítico, con 300 muertes diarias, el gobierno decretó que los mineros y los obreros de las industrias automotrices y de la construcción deben regresar a trabajar. Hace 2 meses, cuando comenzó la emergencia sanitaria, se nos pidió a todos que nos quedáramos en casa, que si nuestra labor no era fundamental para preservar la vida humana, no saliéramos y se le pidió a las empresas que permitieran que sus trabajadores no expusieran su vida y se les amagó públicamente con sanciones de todo tipo, sanciones que sólo sus “empresas amigas” y las maquilas esclavistas de la frontera norte incumplieron y siguen sumando muertos, al cierre de esta columna entre las maquilas y Elektra sumas más de 500 trabajadoras y trabajadores muertos. Hoy contrario a toda lógica de sobrevivencia, justo en medio de lo más crítico de la pandemia, el gobierno envía a sus mineros y obreros a la muerte, al decretar que las empresas de sus patrones son “esenciales”, priorizando no la vida, sino que las ganancias económicas no se pierdan para los millonarios neoliberales dueños de estas industrias en el mundo, por lo que se pueden permitir – como siempre- sacrificar algunas miles de vidas de pobres para que la ganancia no pierda. Por eso no es de extrañar que también en medio de la crisis sanitaria y sin ningún aviso, el Presidente Andrés Manuel López Obrador emitiera un decreto para que el 100% de los efectivos militares en el país puedan hacer trabajo de seguridad pública.
En México desde hace 14 años vivimos una guerra interna que cuesta la vida de 100 personas al día, y que hasta hoy todas las medidas de seguridad pública han sido para garantizar las ganancias de las empresas legales e ilegales, como lo demuestra el actual juicio en Estados Unidos contra el ingeniero mecánico Genaro García Luna que fue el titular de la seguridad en México, durante el gobierno de Felipe Calderón, al que hoy se le comprueba que trabajaba para los narcotraficantes. Durante el actual periodo de gobierno la recién creada Guardia Nacional, formada con militares y a la que sumaran cientos de miles de efectivos castrenses, ha sido usada para proteger las ganancias de Pemex y controlar a los migrantes que pretenden usar nuestro país de tránsito para llegar a los Estados Unidos, así que por decenas de miles se les puede ver en la frontera sur y norte de México cuidando por instrucción del gobierno norteamericano sus interés económicos, así que la versión de seguridad pública del Estado Mexicano es sólo seguridad privada al servicio de la ganancia y lo demuestra que en los 18 meses del actual gobierno las cifras de asesinatos siguen en aumento. Y ahora con el agravante de que ya comenzamos a ver los primeros indicios en esta administración de abusos de poder y delitos cometidos por el ejército contra ciudadanos, ejército que hoy camina legal y totalmente armado por las calles de nuestras ciudades, generando una sensación de terror, que dista mucho de la sensación de seguridad y paz que necesitamos. Los miembros y mandos del ejército son los mismos que iniciaron esta absurda guerra hace 14 años y la única diferencia del ejército neoliberal al ejército obradorista, es que ahora su terror es legal.
Por lo que esta “Nueva Normalidad” es la vieja normalidad con cubrebocas, militarizada, explotadora, consumista y depredadora, pero remasterizada, porque al capitalismo criminal le urge recuperar sus ganancias.
Las ESS en cooperativas son la pieza clave
Contrario a este gris panorama de ciudadanos, empresarios y gobernantes, existen miles de seres humanos que durante la crisis enseñaron el corazón y sacaron lo mejor de sí mismos, mostrando una solidaridad masiva que nos dignifica como especie, es el corazón de la sociedad civil organizada, sin partidos políticos ni intereses empresariales, y que como desde hace 40 años ha cubierto los espacios que dejan vacíos nuestro gobernantes, AMLO desde su ascensión se ha encargado de desacreditar a las Organizaciones de la Sociedad Civil, a las que tachó de parásitas del gobierno. Efectivamente, desde hace 30 años los políticos partidarios y parásitos del presupuesto, vieron en la organizaciones civiles un buen negocio y vivieron gracias a los recursos que les dieron los gobiernos neoliberales, pero mucho más allá de la perversión de estos parásitos, existen cientos de organizaciones que nunca han recibido dinero del gobierno, ni de los partidos políticos, ni de las empresas neoliberales, organizaciones fundadas por humanistas que han organizado comunidades y territorios para lograr la autonomía autogestiva con proyectos alternativos, que integran las nuevas tecnologías a los saberes ancestrales de los pueblos originarios, creando pequeñas sociedades alternativas al capitalismo neoliberal basadas en la Economía Social y Solidaria (ESS).
Si algo hemos aprendido de estas semanas de emergencia es la importancia de lo público y lo común como garante real de las condiciones de vida de las personas y cómo los cuidados deben tener un papel central en nuestra sociedad. Así mismo, la solidaridad y el apoyo mutuo que se mueven más allá de las administraciones públicas se han revelado como un resorte esencial para situaciones de crisis, donde las iniciativas de la Economía Solidaria (ESS) han demostrado ser referencia así como organizaciones resilientes a la altura del contexto de cambio político y social actual.
Hemos visto cómo en estos tiempos de crisis las entidades de la Economía Solidaria han puesto en práctica la cooperación, el apoyo mutuo y la solidaridad que les caracteriza, promoviendo iniciativas de diversa índole para hacer frente a la actual situación de emergencia ante la triple pandemia (sanitaria, económica y de cuidados) provocada por el COVID-19 que ha quebrado el modelo actual poniendo de manifiesto las deficiencias que existían en la dotación de recursos públicos a servicios básicos como la sanidad, así como la fragilidad del sistema de cuidados y la precarización de gran parte del tejido económico.
El nuevo contexto de reconstrucción debería plantearse desde una óptica diferente para no volver a la nueva normalidad que hasta ahora vemos será caracterizada por la precarización de las condiciones de vida, la exacerbación de emergencia climática, feminista y migratoria y fragilidad de nuestros metabolismos económicos, sociales y ambientales.
Desde la Economía Solidaria proponemos salir de esta triple pandemia actual e iniciar una transición a un nuevo modelo que reoriente las políticas sociales y económicas desde criterios de justicia y equidad, en el marco de la promoción de un desarrollo social y ambientalmente sostenible y en donde las instituciones representativas, organizaciones y movimientos sociales y la propia ciudadanía puedan incidir en el rumbo político y económico a impulsar, en pro de una mayor profundización democrática.
Las propuestas que se desarrollan a continuación intentan mostrar el rumbo para este cambio de modelo a través de políticas de inclusión y cohesión social, para la sostenibilidad de la vida y al servicio de las personas y no de las cosas.
Políticas de inclusión y cohesión social
- Por una sociedad cohesionada e inclusiva
Para potenciar una economía que promueva realmente el desarrollo social es preciso reforzar política, técnica y presupuestariamente aquellas áreas que consideramos prioritarias. En primer lugar, es preciso la aplicación de un justo programa de recaudación fiscal en donde de forma progresiva paguen más los que más ganancias obtienen del esfuerzo de todos y que paguen mucho menos los trabajadores que producen las riquezas para los dueños de las empresas.
Establecer una renta básica y el bono social (electricidad, agua, eliminación del impuesto predial a viviendas de menos de 150 metros cuadrados) eliminar la gestión del agua y la energía de las manos de las grandes empresas y hacer cooperativas comunitarias por regiones, que promuevan la siembra del agua y las energías alternativas no contaminantes. Así mismo, se debe poner especial énfasis en el fomento del empleo inclusivo, a través de actividades de cualificación laboral para personas en situación o riesgo de exclusión social, incentivo para su contratación en programas públicos y en empresas privadas, y promoción de empresas de inserción. De igual modo, es conveniente impulsar nuevos modelos de gestión de la vivienda a través de cooperativas comunitarias.
Políticas para la sostenibilidad de la vida
- Por una Economía solidaria, feminista, ecológica y comunitaria
Es preciso apostar de manera decidida por políticas que pongan la sostenibilidad de la vida en el eje de actuación. Una vía para ello sería poner en marcha planes de corresponsabilidad que comprometan con acciones específicas a todos los agentes responsables del bienestar comunitario e incorporando el trabajo de cuidados dentro del modelo económico como una esfera fundamental para el desarrollo de la vida de las personas.
Por otro lado, en el actual contexto de creciente escasez de recursos energéticos de este sistema petrodependiente, así como ante las numerosas alertas por el cambio climático, se hace urgente un cambio de modelo energético, favoreciendo el transporte público y la movilidad no contaminante, así como la generación y comercialización pública de energías renovables a través de la promoción de cooperativas de iniciativa social y las Comunidades de energía.
Esto debería complementarse con una defensa de la soberanía alimentaria y agroecológica, a través de medidas para activar la producción agroecológica local y la implantación de cláusulas sociales y de reservas de mercado para fomentar una alimentación saludable y sostenible a través de cooperativas de prosumidores.
En muchos de estos casos, la promoción en barrios y espacios locales de actividades que impulsan las economías comunitarias: huertos urbanos, mercados de trueque, bancos del tiempo… son enormes aliadas para el desarrollo e impulso de estas medidas.
Apoyo a las trabajadoras del sector de los cuidados de forma que puedan organizar la prestación de servicios a través de empresas de ESS.
Impulsar una estrategia de lucha contra la pobreza energética.
Desarrollar una política de Residuos Cero y reconocer a empresas de la economía social y solidaria como prestadoras de servicios de gestión de residuos.
Ayudas para mantener y reforzar la producción agroecológica local, facilitando que toda la producción llegue a puntos de distribución.
Promoción y medidas de apoyo a la creación y sostenimiento de supermercados cooperativos y grupos de consumo que funcionan con criterios de soberanía alimentaria y agroecología.
Políticas para una economía al servicio de las personas
- Por una economía bioética que satisfaga de forma sostenible las necesidades de la vida
En primer lugar, deberíamos apostar por un Comercio Justo, impulsando las iniciativas locales para el cumplimiento de la Agenda 2030 y la inclusión de cláusulas sociales en la contratación pública que incluya criterios de comercio justo y atención a las condiciones sociales en las cadenas de suministro. En este sentido, deberían potenciarse las redes de intercambio de producción y consumo basadas en lógicas no especulativas fundamentadas en el esfuerzo, como los mercados sociales, a través de la elaboración y desarrollo de planes específicos de promoción del consumo crítico consciente y transformador y la recuperación de mercados tradicionales que incluyan productos de proximidad, agroecológicos, artesanales, etc.
En el marco de fortalecimiento de un tejido productivo propio y capaz de atender las necesidades de la población local, aumentando nuestra autonomía y restándonos la enorme dependencia productiva que hemos visto estas semanas, urge apostar por la promoción del emprendimiento cooperativo, a través del apoyo a los procesos de recuperación y transformación empresarial hacia figuras de la economía social y solidaria, la cesión y/o facilitación de espacios físicos y de recursos y el desarrollo de líneas para la consolidación de empresas de economía social y solidaria.
Para todo ello, resulta clave la promoción de las finanzas bioéticas a través de la incorporación de los instrumentos de finanzas éticas en las prácticas financieras de las administraciones públicas, fortaleciendo así herramientas financieras que están al servicio del bien común como vienen demostrando desde hace años, algo que no está quedando claramente en entredicho en el caso de la banca convencional.
Impulso a la creación de cooperativas de servicios públicos y cooperativas mixtas para la gestión de servicios de interés comunitario y de bienes comunes.
Incentivar mecanismos para el fomento de la capitalización de las nuevas entidades de ESS.
Priorización del impulso a los circuitos cortos de comercialización, incluyendo las medidas de apoyo al comercio de proximidad y local y limitando la expansión de mega empresas y de grandes superficies comerciales.
Desarrollo del Domestic Fair Trade (Comercio Justo Nacional) y una regulación normativa sobre quién y en qué condiciones se pueden producir los productos así como la introducción de una regulación mínima del Comercio Justo en una nueva la Ley de Economía Social y Solidaria.
Políticas para el bien común
- Desde lo local a lo global
El modelo imperante de desarrollo actual debe virar hacia una concepción que esté vinculada a lo local, entendida como estrategia de intervención territorial para generar capacidad local y aumentar las condiciones y oportunidades para la ciudadanía y que promueva el desarrollo humano desde los principios de: igualdad de oportunidades, sostenibilidad, participación y empoderamiento y garantía de derechos humanos.
En este sentido es esencial la salvaguarda de los bienes comunes a través de la identificación y protección de estos bienes (naturales, urbanos y digitales), que deben ser gestionados de manera pública, social y comunitaria y la promoción de la custodia y protección del territorio. La idea es otorgar las garantías que tienen los pueblos originarios a través de OIT a las comunidades multiculturales organizadas por territorios a través de las ESS.
Otro aspecto clave en este ámbito es la Innovación y Desarrollo Local a través del desarrollo de estrategias nacionales y comunitarias para la gestión de servicios de interés social, la promoción de espacios y herramientas de participación ciudadana en el impulso de las políticas públicas locales, así como medidas de fomento a tecnologías alternativas y discriminación positiva para empresas corresponsables, agroecológicas, sostenibles y feministas.
Integración de un verdadero Plan de Desarrollo Alternativo que elimine el actual concepto de Producto Interno Bruto y se fundamente en la integración de los diversos planes estratégicos de desarrollo alternativo por comunidades organizadas que incluya objetivos de desarrollo desde una perspectiva social, ecológica y feminista.
Promoción de la economía social y solidaria como herramienta de innovación social y fomentando la resiliencia de los territorios frente a las crisis eco-sociales.
Realizar auditorías públicas y participativas de la gestión económica de las instituciones, garantizando instrumentos de control y transparencia, así como utilización de indicadores de auditoría social para la medición del desarrollo local y la adecuación de las políticas públicas al servicio del bien común.
La amenaza de la pandemia ha dado lugar a lo que se conoce como período de excepción, durante el cual las prioridades de gran parte del mundo parecen estar cambiando. La conciencia social de un grave problema nos muestra que con voluntad política es posible proteger a las personas, cambiar las políticas de manera radical y poner en el centro la salud y la vida. Pero, ¿por qué esto ha de ser la excepción?
Proteger la vida en nuestro planeta debe ser la prioridad de la nueva humanidad; la redistribución de las riquezas, la eliminación de las energías sucias, la minería y la publicidad, priorizar la salud, la investigación científica bioética, la educación, la cultura.
Imaginen que los gobiernos del mundo fueran tan responsables con la crisis climática como han sido con la COVID-19 y se eliminara la deuda de los países empobrecidos por sus gobiernos neoliberales. Podría ser un buen inicio.
Pero si los gobiernos siguen priorizando la ganancia a la vida, lo invitamos a que enseñe el corazón y se organice formando su propia cooperativa de economía social y solidaria y se sumen a un esfuerzo que lleva más de 30 años construyendo la salida, no sólo a crisis como la que vivimos actualmente, sino a todo el modelo económico depredador que se colapsa y no le importa llevarse a la vida entre las patas.
La vida es una construcción consciente.
Iván Uranga