Ya viene la bola, el Banco y Bonos Constituyentes
Redacción La Coperacha
México necesita un borrón y cuenta nueva en sus instituciones: Presidencia, Partidos Políticos, Congreso, Corte y Sistema Bancario. Así lo afirman cientos de organizaciones y personas que impulsan la idea de una asamblea constituyente ciudadana de carácter nacional sin trazas del Estado corrupto.
Dos propuestas para formar esta nueva constituyente pulsan por las arterias de pueblos, barrios y ciudades de 23 estados del territorio mexicano. Una, la Constituyente Ciudadana-Popular, la encabeza como figura más visible, el obispo Raúl Vera, y la otra, el Consejo Nacional del Pueblo Mexicano (CNPM).
Sin embargo para refundar al país se deben crear los recursos que van a financiar este cambio. Desde estas organizaciones y sus consejos regionales, estatales, locales y comunitarios, han ideado emitir una nueva moneda: el bono constituyente de ahorro y riesgo o Bcares.
Dichos bonos van a estar respaldados por una entidad bancaria de nueva creación, el Banco Nacional Constituyente (BNC), que nada tiene que ver con los 47 bancos concesionarios del gobierno mexicano, cuyas siglas, mayormente internacionales, reportan ganancias monstruosas: activos de 8, 126 miles de millones de pesos y una cartera crediticia de 4, 045, 000 millones, montos duplicados en una década, a fuerza de intereses y comisiones.
“Si nosotros estamos planeando una nueva Constitución, nuevas autoridades nombradas por la gente, hay que hacer un nuevo Banco Constituyente”, asegura Juan Castro Soto, integrante de ambos proyectos constituyentes, conocido en la región del Totonacapan por impulsar la moneda comunitaria del Túmin.
Bonos revolucionarios
En los documentos básicos del Banco Constituyente se explica que dicha entidad es una iniciativa “para recaudar fondos del pueblo” mediante el canje de los bonos constituyentes con el objetivo de cambiar de régimen.
Al recordar a los bilimbiques de Venustiano Carranza, los centavos de Sonora, los pesos de Chihuahua o sabanitas de Pancho Villa, se aprecia que este tipo de monedas no representan alguna novedad, se han usado infinitas versiones para financiar revoluciones.
“Realmente se trata de que creamos que sí se puede cambiar este país”, afirma Juan Castro. “Planteamos que se emitan bonos de mayores denominaciones para financiarlo, todo pagadero al tiempo, lo cual nos involucra a todos y nos responsabiliza para que esto triunfe”, añade.
El ex profesor de la Universidad Veracruzana Intercultural, describe que emitir un bono significa abrir “mi primera cuenta bancaria de ahorro del nuevo banco, que ese sí es un banco nacional”. Y se puede cobrar al triunfo de la constituyente o dejar ahí como ahorro.
Dinero maldito
El 95% del dinero en el mundo es creado electrónicamente, hecho en las computadoras de bancos comerciales, “se han apropiado de toda soberanía monetaria y han hecho del dinero un instrumento de dominación y no de servicio para la distribución de la riqueza del planeta”, estima el CNPM en documentos organizativos.
A nivel nacional más del 80% del dinero que circula no lo emite el Banco de México, sino los bancos, las casas comerciales, las tarjetas de crédito, plantea Iván Uranga, impulsor de los bonos constituyentes. “Ellos están emitiendo de forma virtual un dinero inexistente, es un dinero de deuda, que requiere rédito, requiere intereses”, añade.
Ante esos escenarios el CNPM señala que los bonos surgen a partir de “la cancelación de la esperanza” de los gobiernos y el modelo neoliberal. Pues a pesar de que en el mundo se generan millones de recursos se vive plena desigualdad.
La lógica de los bonos constituyentes y las monedas sociales es que no surgen de una deuda, sino que están amparados en productos y a través de la solidaridad, describe Uranga. “A los bonos no los ampara el Estado, ni una reserva de oro, sino el respeto de cada uno de nosotros”, dice el impulsor de los bonos.
La Banca del pueblo
El Banco Nacional Constituyente “funciona como una Hacienda pública, mas no para la recaudación forzosa de impuestos, ni para financiar privilegios de funcionarios, sino para financiar los trabajos organizativos de una nueva Constitución que beneficie al conjunto de la población; y para la elección de nuevas autoridades según la sabiduría y costumbres de los pueblos”, estipulan los documentos del BNC.
Se aclara que las nuevas políticas monetarias, hacendarias y bancarias, serán reguladas en partir de la nueva constitución. Por ejemplo, se plantea eliminar el cobro de intereses, el pago de la deuda externa y las deudas con la banca privada y pública.
Se elimina la explotación y la usura, y se fomenta el cooperativismo: “La riqueza de los ciudadanos podrá acrecentarse en la medida de su propio trabajo y no con base en intereses o al trabajo ajeno. Asimismo, la riqueza colectiva podrá aumentar tanto cuanto crezca el trabajo de la colectividad, y con una distribución justa, con base en la colaboración de cada trabajador, de acuerdo a los principios internacionales del cooperativismo”.
El BNC “promoverá el trueque directo, las monedas comunitarias, los bancos de tiempo, las tarjetas de reciprocidad”, entre otras formas de intercambio. Los bonos, de acuerdo a sus promotores, se usarán para materiales de consulta, difusión, equipo de cómputo, gastos de logística, formación de cooperativas (para que con sus trabajos financien gastos de la constituyente); sin embargo no podrán usarse para sueldos de los impulsores, no financiarán asociaciones civiles, ni caridad.
Al portador
El bono, una vez impreso, posee un folio, la cantidad por la que se emite, un sello nacional y un sello local, una leyenda, dos firmas de la Junta de Hacienda Constituyente y una firma regional.
Cualquier persona podrá aportar para la adquisición de bonos, pero se rechazan las aportaciones de las instituciones de cualquier Estado o gobierno, a menos que sean de gobiernos autónomos.
Otras características de los bonos es que son válidos al portador, pueden ser transferibles y heredados, tienen la paridad del peso y “el respaldo de los bienes y servicios del pueblo trabajador”.
Podrán ser adquiridos por aportaciones en pesos o en monedas comunitarias “hasta en un 50% de su valor” siempre y cuando se adhieran al movimiento constituyente, pero también tiene equivalencias en minutos a manera de los bancos de tiempo.
Tirar el régimen desde la casa
Para concretar los cambios planteados en el movimiento constituyente, algunos de sus impulsores señalan que la reconceptualización es muy importante. “Pensamos en la necesidad de generar trabajo sin trabajadores, educación sin escuela y aprendizaje sin educación”, relata Uranga.
“Estas propuestas requieren de la refundación de lo que conocemos como país, empezar a ser gobierno a partir de nosotros mismos, de nuestra casa, de nuestra calle, de nuestra colonia y de nuestro barrio”.
Y añade: “La idea es empezar a trabajar como si hubiéramos ganado, la propuesta es que creemos un sistema, comencemos a trabajar en regiones, en autonomías, en autogobiernos, que nos permitan empezar a vivir como si hubiera ganado el humanismo, la dignidad y la justicia”.