Un virus más letal que el #COVIDー19 recorre el mundo: El Capitalismo

El capitalismo será el responsable
de la extinción de nuestra civilización.

El virus COVID-19 al comenzar la primavera ha cobrado 11,187 muertes, según datos ofíciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ha afectado al 21 de marzo a 266,073 personas en 182 países en el mundo, por lo que fue declarado como pandemia; en la actualidad se le considera el principal problema de salud en el planeta. En el Continente Americano según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han muerto 237 personas, de los cuales sólo en los Estados Unidos son 201 y del total de 18,412 infectados el 85% están en Estados Unidos.

Pero que dirían si les dijera que existe una enfermedad que afecta más de mil millones de personas en todo el mundo y que en 2019 el mismo año del COVID_19 más de 100 millones perdieron la vida y que nadie habla de ella, ni se cierran escuelas, ni fronteras por qué no afecta negativamente la economía mundial. Esa enfermedad es el hambre.

El Informe mundial sobre las crisis alimentarias 2020, presentado este martes conjuntamente por la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos, concluye que “alrededor de 113 millones de personas en 53 países experimentaron inseguridad alimentaria aguda en 2019”.

Técnicamente, el término “inseguridad alimentaria aguda” se produce cuando “la incapacidad de una persona para consumir alimentos adecuados pone en peligro inmediato su vida o sus medios de subsistencia”. Se basa en medidas internacionalmente aceptadas de hambre extrema, como la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases y el Cadre Harmonisé.

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En América estas cifras nos preocupan menos porque tenemos sólo un cuatro por ciento de las personas que sufren hambre aguda, es decir unos 4,2 millones, se encuentra en América Latina.

Estas poblaciones requieren apoyo para reducir los riesgos de desastres y proteger sus medios de vida.

De los 4,2 millones cuya vida está peligro, más de la mitad están en Haití y 1,6 millones en el llamado corredor seco de América Central, integrado por El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. El resto son 400.000 migrantes y refugiados repartidos por América del Sur. En México son más de 100 mil personas que experimentaron inseguridad alimentaria aguda y mueren alrededor de quinientas personas al año por hambre.

Existe otra enfermedad directamente relacionada con la alimentación que sólo en México cobra la vida de más de cien mil personas al año y es la diabetes y su incremento esta íntimamente ligado al consumo de organismos genéticamente modificados, conocidos también como organismos transgénicos. El maíz que se emplea en la industria alimentaria mexicana en su mayoría es importado y transgénico con una alta presencia de glifosato y otros agro-tóxicos.

Y existe una enfermedad mucho más preocupante que afecta al 100% de los mexicanos y cobra la vida de 35 mil connacionales al año, que es la violencia.

La violencia en México es una enfermedad progresiva y mortal que sólo en el mismo periodo que lleva el COVID_19 de existir, en nuestro país, el machismo, ha cobrado más muertes de mujeres que todas las muertes que ha causado una enfermedad considerada pandemia en todo el mundo.

Y no hay autoridades cerrando escuelas por ello y las compañeras que se ha atrevido a cerrar sus planteles para ser escuchadas son estigmatizadas y atacadas permanentemente, hostigadas por estas mismas autoridades que cerrarán todas y cada una de las instituciones educativas del país por un virus mucho menos letal que el machismo.

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Y el Gobierno de México le dedica una conferencia diaria y miles de millones de pesos a atender esta pandemia que en México (afortunadamente) al día de hoy no ha costado ninguna vida, pero se niega a dedicar un día de sus conferencias diarias a tratar una enfermedad nacional que cuesta la vida de más de 3500 mujeres al año, por la única razón posible; los feminicidios no afectan la Bolsa de Valores ni el Producto Interno Bruto, ni el presupuesto nacional, ni dañan la economía de los socios neoliberales del gobierno.

Las más de 45 mil personas asesinadas durante 16 meses de este sexenio, son una clara muestra de las prioridades del Presidente de México, que durante 12 años de campaña dijo públicamente que tenía todas las soluciones para todos los problemas que afectan a México y que ahora ya en la presidencia lo único que muestra son todas la excusas, y repite y repite que la culpa es de los conservadores; el problema de esta tesis es que en la práctica su gobierno es altamente conservador y neoliberal, porque prevalecen los privilegios económicos para los ricos que mantienen sus jugosas ganancias a costa del esfuerzo de los pobres.

Si el gobierno cree que un cambio es que le otorgue becas de capacitación a los jóvenes, es tan simple como ver los resultados de su primer año, en donde la gran mayoría de su becados de 2019 hoy son desempleados, porque no fueron habilitados para generar su propio trabajo y las empresas a las que se le beneficio con estos empleados pagados con el dinero del pueblo, no les conviene contratarlos porque ahora tendrán sangre fresca para explotar este nuevo año con nuevos becados que nuevamente no tendrán que pagar. Y el programa Sembrando Vida que serviría para lograr la autosuficiencia alimentaria, es un rotundo fracaso, porque sólo logró el 13% de sus metas para 2109, pero pregunte a sus socios como Nestlé si tuvo alguna pérdida este año, hasta su empleada que murió a causa de una fuga de nitrógeno en su planta de Ocotal Jalisco esta semana le reportará ganancia por el pago de sus seguros.

El verdadero virus, la verdadera pandemia se llama capitalismo, porque es el causante de todos y cada uno de estos males. La esencia del capitalismo es el consumismo y la ganancia es decir la valorización del valor, esto es, la acumulación imparable, y en su forma criminal lleva al límite su avaricia, trasmuta al trabajador asalariado en mano de obra forzada, desvaloriza su vida al grado de hacerla prescindible, condena a esta humanidad excedente a la pérdida de los derechos básicos negándole la dignidad más elemental. En su origen, el capitalismo occidental despojó a los pueblos originarios de la tierra para habilitarlos como mano de obra, y en las colonias, los redujo a sangre y fuego hasta reducirlos a tributarios, súbditos y feligreses. También implantó el tráfico de esclavos para desarrollar las plantaciones agrícolas y se sirvió de los corsarios para abrir los océanos al comercio internacional, es decir, mediante la fuerza ordenó el mundo a la medida de sus necesidades expansivas. Estas tendencias escalaron en la globalización, dentro de la cual la industria criminal constituye un elemento orgánico y cuantitativamente significativo de la economía-mundo. Nunca antes la mercantilización caló hasta la médula de lo humano y de la naturaleza. Si en principio el vocablo cultura sirvió para distinguir ambas esferas, en la actualidad esta tentativa taxonómica es vacua, dado que prácticamente han desaparecido los enclaves intocados por el mercado. Todo, absolutamente todo posee ya un precio. Por lo que las relaciones humanas todas deben producir beneficio para el mercado mundial.

A la sombra del Estado germinó la economía criminal, alcanzando en la globalización una dimensión sin precedentes. En cuanto al narcotráfico, esto resultó del efecto combinado de la crisis de la agricultura tradicional, la guerra sucia y la descomposición de los aparatos de seguridad estatales, el crecimiento exponencial del flujo comercial con el Tratado de Libre Comercio, la privatización de los bienes públicos y de los ejidos, además del estancamiento económico de los últimos 40 años. La primera haría considerar a los productores agrícolas cultivos más lucrativos. La segunda multiplicaría la impunidad de la fuerza pública y la ocupación territorial por parte del Ejército. El tercero expandiría el mercado de las drogas. El cuarto daría oportunidad al lavado de dinero. Y el último abastecería de miles de brazos a la industria criminal. De esta manera, en el capitalismo tardío el crimen organizado salió de los márgenes incrustándose en el centro de la economía, la sociedad y las instituciones mexicanas.

La magnitud económica y geográfica del mercado de las drogas ilegales sería impensable sin la globalización. Este negocio multimillonario integra de manera expedita y eficiente los planos local, regional, nacional y mundial de la producción/consumo de mercancías. Desde el niño indígena de la Montaña guerrerense, que siembra la adormidera en la parcela familiar, hasta el adicto en Chicago, que se inyecta una dosis de heroína, el proceso está plenamente integrado: cada quien hace su parte para que así suceda, pero nadie de los que participa en alguno de los segmentos mantiene vínculos directos con toda la cadena productiva, la cual está despersonalizada al máximo.

Una más de las facetas del crimen es actuar como fuerza de choque para abrir al capital —propio o de otros— espacios territoriales ya ocupados, llegar a donde no puede el Estado mediante la ley, acompañarlo o sustituirlo en el empleo de la fuerza ilegítima. En el vértigo de la acumulación ilimitada de valor, la empresa capitalista requiere suprimir toda interferencia a su racionalidad voraz. Y no se limita a las drogas, esta voracidad se da en todos y cada uno de los aspectos de la economía, por lo que no es descabellada la versión de el portavoz del ministerio de Exteriores de China, Zhao Lijian, que afirmó que existe una posibilidad de que fueran soldados de Estados Unidos quienes llevaron el virus COVID-19 a la ciudad de Wuhan, y muestra al director estadounidense de los Centros para el control y la Prevención de Enfermedades, Robert Redfield, ingresando a un comité del Congreso de EE.UU y declarando algunas muertes por “influenza” antes de que comenzara la epidemia en China y que más tarde se confirmarían como casos de COVID-19.

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Zhao respaldó la teoría conspirativa que afirma que Estados Unidos es el culpable de la pandemia, dado que cientos de atletas del ejército de Donald Trump estuvieron en Wuhan para los Juegos Mundiales Militares en octubre de 2019, y presuntamente ellos contagiaron de COVID-19 a los ciudadanos chinos. Todo esto justo cuando China se posiciona como la principal economía del mundo desplazando a los norteamericanos.

El hambre es un gran negocio del que se lucran unos pocos a costa del sufrimiento y la muerte de millones de seres humanos. La Diabetes es la forma en la que empresas como Bayer-Monsanto convirtieron a los humanos en ganado, porque por un lado son enfermados por los productos transgénicos de Monsanto y por el otro Bayer vende los medicamentos para tratar las enfermedades que genera su misma empresa.

La Globalización es el proceso de sometimiento mundial de la producción, distribución, circulación y consumo al “fundamentalismo del libre mercado” en donde a la vida social le han impuesto los valores del individualismo, el cual se impone mediante un proceso político mundial dirigido por la clase dominante, o sus fracciones alineadas, como un fenómeno histórico consustancial al capitalismo que alcanzó su cúspide con el neoliberalismo. En sus diversas formas ha provocado la crisis civilizatoria que está a punto de llevarnos a la extinción de nuestra especie, porque no sólo acumula y concentra las riquezas económicas producto del esfuerzo humano en muy pocas manos, eliminando la capacidad de adquisición de la gran mayoría de la población dentro de su modelo de consumo, creando el colapso de su propio modelo económico, sino que también, se han apropiado y dispuesto de la tierra y de todas las riquezas naturales no renovables para incrementar sus ganancias, sin importarles absolutamente nada más que la ganancia.

El verdadero virus que extinguirá a la humanidad en una pandemia que a ningún gobierno le interesa controlar, se llama capitalismo.

C:\Users\Iván\Pictures\Iván .jpg La vida es una construcción consciente.
Iván Uranga

@CompaRevolucion

iuranga@cnpm.mx

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